lunes, abril 12, 2010

Idealización y platonicidad



Al ritmo de un tumbao’ de tambores (pero minimalistas) o con actitud de escuchar un buen rocanrol ellas van caminando. Miro directo a la cintura, creo que es la parte que me llama la atención en los primeros dos segundos, subo: es el momento de determinar si podemos seguir contemplando tal figura femenina. Aprobado, ahora abajo, un culo, unas piernas. Sí, aprobado también. Llega el momento de detallar, pero antes determinemos el rostro.

Algo pasó. No se deja ver el rostro. Su carpeta que usa como paraguas no la deja mostrarse, cuando lo quita aparece el transeúnte, el motorizado, el aviso publicitario. La divinidad de la chica se empieza a volver en algo casi mítico.

Decenas de metros después ya puedo sentir que ella quiere pasar a la imaginación. Entonces le coloco labios, nariz, ojos, cejas y pestañas, uno que otro lunar por ahí. Me dejo agradar por tremenda obra de arte que he creado. Cobra actitud, veo como su lengua humedece su labio inferior de la manera más sensual que haya imaginado, ¿cómo alguien tan temprano podría flirtear de tal forma antes del desayuno con un desconocido?.. Me invitó a pasear con ella.

Seguimos el mismo rumbo y de pronto ella se detiene a comprar la revista del kiosco, mi cuerpo y mi mente la alcanzan, pero el instante en que es digno de cruzar miradas la mía se escabulle a determinar el cemento.

Prefiero dejar intacta la mejor obra de arte que he construido en la mañana camino al metro.

No hay comentarios.:

 
Free counter and web stats