A continuación unos extractos del libro “INFLUENCIA CULTURAL Y SOCIAL DEL CINE EXTRANJERO EN VENEZUELA” (Caracas, 1982). Escrito por el sacerdote jesuita Epifanio Labrador. Quien fuera durante varios años director del Departamento de Comunicaciones Sociales del Episcopado Venezolano.
“En Venezuela recibimos del exterior, y se proyectan, alrededor de 500 (quinientas) películas anualmente. Dos grandes empresas controlan sólo ellas el 86% de la distribución de esos filmes a nivel nacional. Y esas dos empresas representan a su vez las firmas afiliadas a la Motion Pictures Association. Con esta última frase lo hemos dicho todo: nosotros consumimos cine norteamericano.
Para formarnos una idea más exacta nos vamos a referir al año 1979. En este año nuestras empresas distribuidoras despacharon 452 películas a las 700 salas (número aproximado) que existen en el país. De esas 452 cintas sólo 12 (doce) eran nacionales. Lo cual quiere decir que en Venezuela se proyectó un 97% de cine extranjero y un 3% de cine nacional. La cifra ya es pro sí misma reveladora de nuestra situación. Ahora bien, de las 440 películas extranjeras el mayor porcentaje (más del 50%) venía de Estados Unidos, advirtiendo que muchas de las películas que procedían de otras naciones eran producidas por trasnacionales asociadas a la Motion Pictures Association”.
Más adelante…
“El año 1975 representa para nosotros el gran viaje en la producción cinematográfica. El país se ha ido poco a poco preparando por medio del cine publicitario que se exhibe en ambas pantallas. El fruto de este trabajo silencioso ha sido el adiestramiento en la técnica de la filmación de incontables jóvenes cineastas. El campo estaba suficientemente abonado como para que el estado venezolano otorgara créditos financieros a los futuros realizadores. Estos dieron pruebas fehacientes de capacidad creadora, pues entre 1975 y 1977 se produjeron en Venezuela 28 largometrajes. Nuestro cine traspasó las fronteras para ir a concursar en certámenes internacionales y lograr éxito casi inesperados. Entre 1975-1978 se vendieron 15 filmes nuestros en el exterior. Pero la crisis que aún perdura vendría pronto. Una crisis no causada por razones internas sino por motivos externos o intereses ajenos al país, pero relacionados muy estrechamente con la producción cinematográfica. Las empresas trasnacionales sintieron el golpe que les produjo el cine venezolano: entre 1975 y 1979 el control económico del cine se les redujo en un 32%. Aquí comenzó la lucha, una lucha encarnizada que todavía están sosteniendo los realizadores autóctonos.
En este forcejeo naturalmente ha tenido que tomar parte, y muy importante, el Gobierno; pero éste ha llevado una política en extremo débil, ambigua e indecisa en su trato con los oligopolios de la distribución y exhibición que en Venezuela coinciden prácticamente en los mismos dueños. Por demás está advertir que a pesar de que los distribuidores-exhibidores son empresarios venezolanos, su total dependencia del exterior los amarra y condiciona para los efectos de aceptar libremente las ordenanzas oficiales que buscan favorecer el cine nacional. Por vía de ejemplo: el 6 de febrero de 1979 el Ministerio de Fomento promulga los decretos 3057 y 3058, en virtud de los cuales las firmas cinematográficas tienen la obligación de exhibir un corto venezolano juntamente con las películas llamadas especiales, a la par que deducir un 2% de la taquilla bruta que se destinará al sostenimiento y promoción del cortometraje nacional. Las empresas se opusieron y todavía en este momento sostienen su oposición. El gobierno no ha podido (¡no ha querido!) obligarlas a cumplir lo ordenado…”
Libro editado por FUNDARTE.
jueves, enero 31, 2008
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