sábado, marzo 16, 2013

La virginidad.

Era muy pequeño cuando me empezó a interesar la política. Como en buena casa ñángara de los ochentas se me habló mucho de los procesos sociales, de la lucha en contra del capitalismo o más bien la necesidad de vivir en un estado que ofrezca oportunidades iguales para todos.

A penas tenía 7 años cuando sucedieron los hechos del "Caracazo". Vivía en Valencia y de lo que se hablaba era que mucha gente había saqueado un nuevo y gigantezco Centro Comercial. Pero siempre me llamó la atención qué sucedía, por qué la gente había decidido arriesgar su vida para robar cosas de una tienda de electrodomésticos. Evidentemente no entendía el meollo del asunto, pero quería entenderlo.

Tres años más tarde otro evento histórico nos toca la memoria a todos quienes pasamos con conciencia esa época. Con diez años y unas increíbles ganas de grabar en VHS todo lo que se pudiese grabar, me dediqué junto con mi padre a grabar en cintas vírgenes y re-grabrar en otras los momentos más remarcables que veíamos del acontecimiento político-militar más importante de estos años. Tengo en mente aquel video de Hugo Chávez con la bandera y el mensaje en la TV. Todo eso para mí era muy emocionante, para ese momento yo era un imitador de periodista, emulador de mi madre, quien hacía de locutora de noticias en una radio local. Pero más allá del efectismo tuve una necesidad de tratar de entender qué querían estos señores de boinas rojas.

Pasé el resto de mi adolescencia "política" entre adorando el segmente de los paracaidistas durante los (antes aburridos) desfiles militares y estudiando la historia. Afortunadamente mis padres son profesores y tenían las cualidades y el interés de predicar sus conocimientos.

Estudiaba en un colegio burgés de Valencia, pocos amigos para recordar verdaderamente. Rodeado de muchos jóvenes que no tenían interés sobre qué debe hacer el venezolano con su gobierno, con su estado. Reconozco que incluso se me llegó a pegar un poco de esa estupidez. Recuerdo los esfuerzos enormes de mi madre, quien fue mi profesora de Ciencias Sociales en bachillerato, pero especialmente recuerdo darnos unas excelentes clases en la cátedra de sociología, en quinto año de humanidades. ¡Cómo sufría la pobre! (me imagino yo), pero caló. Caló en mí y recuerdo que en otros compañeros. Creo que cumplió su misión como profesora.

Llegó el año 1998 y aquel líder boina roja, del cual me estuvieron hablando tanto desde el 92, se presentaba como LA (así en mayúsculas) opción para la reformación del estado. Yo, un chamo de 16, que lo que estaba era aún sufriendo por la muerte de Cobain y estaba más pendiente de MTV que de mi familia, de pronto me interesé por este actor político que pintaba como un hombre con buenas propuestas, con nuevas ideas y sin ese aire acartonado al cual nos tenían acostumbrados los políticos de la época.

Tanto empezaba a conocer yo sobre los procesos políticos en carne viva como muchos otros compatriotas, más jóvenes o adultos, o mucho más adultos que yo. En ese momento muchos perdimos "la virginidad política" aunque tuviésemos 13 ó 40 años.

Ya conocíamos del problema de la Causa R en dejarse robar las elecciones pasadas, o conocíamos del Chiripero, como una opción nefasta a la partidocracia regular, o de cómo nos mataron a amigos y familiares por pensar diferente y cómo poco a poco se fue silenciando la disidencia a punta de sobornos, chantajes, extorsiones, torturas, desapariciones y asesinatos. Inclusive ya conocíamos a fondo los serios problemas económicos por los cuales pasamos en la crisis del 94, la inflación desbordada durante casi toda una década, de los procesos de privatización donde se quebraban a las empresas del estado de manera sucia para luego venderlas a trasnacionales. Todo eso ya se sabía, pero aún así en 1998 muchos sentimos que a penas sabíamos un dedo meñique de profundidad del océano de nuestra propia política.



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