Dos días en París, es una película romántica con toques de humor muy particular sobre las parejas y los desgastes que hay en ellas. Trata de mostrar los detalles que hacen que se acabe o se fortalezca una relación.
Escrita, dirigida y protagonizada por la franco americana
Julie Delpy, y con el acompañamiento del actor estadounidense
Adam Goldberg, cuenta la historia de una pareja que está pasando unas vacaciones en Europa. Marion (
Julie Delpy) es una fotógrafa y Jack (
Adam Goldberg) un diseñador de interior, ambos están terminando un viaje por Europa. Para hacerlo cómodamente han decidido dejar a Jean-Luc , el gato Marion, en casa de sus padres en París. Sin embargo ahora que su viaje está terminando, han decidido pasar dos días en París para compartir con los padres de Marion y buscar al gato.
La película muestra una versión un poco crítica de la visión estadounidense sobre la cultura francesa. Hace referencias a clichés a cada rato, pero en algún momento incluso el mismo Jack admite ante algunos compatriotas suyos que aunque “hay muchos lugares comunes, son verdades”. Yo, aunque nunca he estado en París, lo veo un poco exagerado dada la forma de ser de Jack, egocentrista y poco tolerante con el medio ambiente externo, pero puede que esté totalmente equivocado.
Jack como todo tipo individualista asume su forma de ser y sus características culturales como algo único y que sobrepasa a la de los demás. Su novia, Marion, por el contrario es un poco más progresista, más abierta a preocuparse por los demás, piensa a cada rato en los derechos civiles, su crítica a la burguesía francesa es evidente, temiendo convertirse en parte ella en cualquier momento.
La historia muestra cómo es tan fácil empezar a tergiversar eventos dentro de una relación y cómo estos hechos van degenerándola. Un conflicto dado a partir de las diferencias culturales y sobretodo de comunicación, pues aunque están en Francia, Jack es el único que no habla francés, lo que desencadena una serie de ideas en la mente de él que ponen en riesgo la relación.
Esta película también es acerca de cómo la gente pasa de amar locamente a la nada.
El estilo narrativo escogido por Delpy me recordó un poco al de Jean-Luc Godard, no hay efectos, bastante minimalista, casi todo el tiempo cámara en mano, pero una realidad increíble en el guión y la representación de los actores. Tal vez lo hizo a propósito y es por eso que se menciona al mismo Godard en alguna escena y además que el gato se llama Jean-Luc, parece que hay una pequeña oda de Delpy hacía el maestro director.
El arte acompaña la historia sin pelones, particularmente los vestuarios me parecieron que estaban muy apegados a sus personajes, pareciera ser que hubo un trabajo de detalles en este departamento, porque se siente que no te están creando nada, casi me atrevería a decir que no alteraron mucho los decorados y que todas son locaciones reales.
La fotografía es de las que sigo con gran ánimo. Bastante sencilla, nada recargada, no perfecciona en las sombras de las caras de la gente, olvidarse del contra luz en muchos planos, y creo que lo que hizo que su fotografía fuera bastante buena es consecuencia de la excelente selección de encuadres.
No había visto nada dirigido por Delpy, pero ya voy pendiente de ver The Countess, a ver si acierta también con mis gustos.